“El que habla mal de sí mismo, busca directamente la alabanza y actúa como el remero, que da la espalda al lugar a dónde quiere llegar”. De igual modo, la palabra enmascara muchas veces el pensamiento que debiera expresar. Por eso, san Francisco de Sales aconseja no hablar de uno mismo, “ni para bien ni para mal, sino por pura necesidad; y, aun entonces, con mucha sobriedad”.
¿Y qué decir de aquellos que para no mentir emplean equívocos?, o sea, palabras de doble sentido, con las que pretenden “salir del paso sin decir la verdad” y, en definitiva, “mentir con tranquilidad de conciencia”. A esto lo llamaba san Francisco de Sales “canonizar la mentira”. “Quienes creen salvar la verdad mediante este artificio, decía, la matan y la sofocan doblemente, porque nada hay que ofenda tanto a la verdad y a la sencillez como la doblez. ¿Y hay algo que tenga más doblez que un equívoco?”.
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