Kant, que defiende que debe decirse la verdad aun a sabiendas de que puede acarrear el sacrificio de un inocente; o san Agustín, que sentencia que mentir equivale a perder la vida eterna y que nunca debe optarse por el engaño, ni siquiera para salvar la vida……España no hace mucho caso ni de Kant ni de san Agustín, pues permite que el imputado no diga nada o haga ostentación de flagrante falta de sinceridad para defenderse; incluso que señale sin problemas con su dedo acusador a otro que pasaba por allí como culpable del delito que cometió, lo que se ajusta bastante bien a nuestra naturaleza, más allá de planteamientos filosóficos. Al final del procedimiento, en el acto supremo de la práctica de la búsqueda de la verdad por medio de la ley, la sentencia pone en negro sobre blanco una certeza, creyendo a unos que dicen una cosa y no tomando en consideración lo que exponen otros. Pero todos los juristas reconocen que se trata, sólo, de la “verdad judicial”, una aproximación, no “la verdad”, porque la verdad integral es inabarcable para el juicio.
Se ha descrito un trastorno bautizado como el síndrome de Pinocho, que no se caracteriza porque a alguien le crezca la nariz en cuanto profiere un embuste (lo cual sería muy práctico), sino porque no saben hablar sin incluir una trola en su discurso. Además, es que no lo pueden evitar, por eso es enfermizo. Detrás de estas personalidades, según describen los manuales, se esconden rasgos autodestructivos porque no afrontan los problemas, sino que los cubren con un tupido manto de farsa y autoengaño. En ellos hay problemas de autoestima, inseguridad y carencias afectivas, pero la buena noticia es que tiene tratamiento terapéutico, que evitará que la calle esté poblada de grandes apéndices nasales. Maticemos que aunque lo tratemos distendidamente, la mentira patológica puede ser dramática. El descubrir que el mundo en que se vive es irreal, o que te han pillado en una farsa puede conducir a que el mentiroso reaccione con agresividad o violencia.
Referencia:Viaje por las mentiras de la Historia Universal de Santiago Tarín.
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