“La desigualdad debe verse como un problema de calidad democrática” afirma el profesor Alfonso Novales. La desigualdad debe preocuparnos porque “reduce el crecimiento y las posibilidades de progreso social, provoca conflictos sociales y económicos, afecta a la cohesión social y a la confianza en las instituciones”. “La desigualdad ya no es un problema solo de las economías en desarrollo sino que es un problema global”. Y puede tratarse de “desigualdad interna de un país, o entre países, o entre regiones”; o bien de “desigualdad de renta, salud, educación, acceso a mercados de crédito… etc”.
Indica el profesor Novales que, entre 1980 y 2020, “la desigualdad entre países ha caído, básicamente por la liberalización económica en China y el comportamiento de la India”, y sin embargo “ha aumentado la desigualdad interna de los países”. A la hora de analizar la desigualdad es importante fijarse “en las causas y no sólo en los síntomas”. Así, “la causa de la desigualdad de género es que la sociedad ha asignado roles diferentes a hombres y mujeres”. El síntoma sería “la brecha salarial de género” que se debe, en parte, “a una sobrerrepresentación de mujeres en puestos de trabajo de remuneración baja y una representación escasa en puestos altos de empresa”; y en parte, “a la menor experiencia laboral”. Pero detrás de ello hay causas culturales, subrayó. Novales matiza que la desigualdad y la pobreza son debates distintos. Así, en los regímenes comunistas, “hay gran igualdad de ingresos, pero tasas de progreso social muy reducidas y niveles de pobreza bastante altos”. Y puede haber “países muy ricos pero muy desiguales y países pobres pero igualitarios”. Señaló, por otro lado, que la automatización también va a tener impacto en la igualdad. “No va a destruir empleo masivamente, pero sí va a alterar drásticamente las capacidades necesarias. Por eso el sistema educativo tiene que jugar un papel fundamental”.
La profesora Elisa Chuliá, considera que “el análisis de la desigualdad global tiene menor utilidad política que la desigualdad social”. Esta última está aumentando en los países desarrollados, y es “preciso reducirla, mediante instrumentos como las políticas redistributivas”. “Los gobiernos les interesa reducir la desigualdad global por razones de carácter ético, más que empírico”, ya que la desigualdad está asociada al sufrimiento de la gente; la humillación; la imposibilidad de controlar su vida y la inequidad en los procesos políticos, que les impiden defender mejor sus intereses.
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