Friedrich Nietzsche veía a Dios no como una invención, sino como una casualidad, y su destronamiento era en cierto sentido un acontecimiento histórico que acarrearía consecuencias dramáticas. En 1856 escribió que “el acontecimiento más grande de los tiempos recientes, que Dios ha muerto, que la creencia de Dios en los cristianos ya no es defendible, comienza a proyectar sus primeras sombras sobre Europa”. En las razas avanzadas, la decadencia y en definitiva el derrumbe del impulso religioso dejarían un enorme vacío. Nietzsche percibió que el candidato más probable sería lo que denominaba la “voluntad del poder”, que ofrecía una explicación más integral y más plausible de la conducta humana que las concepciones de Marx y Freud. En lugar de la creencia religiosa, aparecería la ideología secular. Los que habrían engrosado en otras épocas las filas del clero totalitario ahora se convertirían en políticos totalitarios. Y sobre todo, la “voluntad de poder” originaría un nuevo tipo de mesías, que no soportaría las inhibiciones originadas en las sanciones religiosas, y que tendría un apetito ingobernable por controlar a la humanidad. El fin del antiguo orden, en un mundo sin guía y a la deriva en un universo relativista.
Referencia:Tiempos modernos de Paul Johnson
No hay comentarios:
Publicar un comentario