Enrique IV fue excomulgado por el Papa Gregorio VII. Enrique se veía atado por la cadena del anatema. Se había envalentonado a los enemigos de Enrique. Todos sus amigos habían desaparecido. Su reino se había vuelto ingobernable. En el cambio de año de 1076 a 1077 Enrique fue a la fortaleza llenada Canossa donde se encontraba el Papa. Los hechos acaecidos en Canossa sirvieron para cristalizar una auténtica crisis de proporciones épicas. El Papa quería “instaurar el orden correcto en el mundo”(Tellenbach). Toda la cristiandad, desde su cúspide hasta el pueblo llano, iba a dividirse en dos, un reino espiritual y otro secular. Ya no se permitiría a los reyes inmiscuirse en los asuntos eclesiásticos. Sir Richard Southern argumenta que ahí se forjó realmente Occidente. “Había empezado en serio la expansión de Europa. Que todo esto ocurriera en tan poco tiempo es lo más destacable de la historia medieval”.
El Papa Gregorio VII al atreverse a retar a Enrique IV y el aura de tradición asombrosamente antigua que envolvía a los emperadores e imperios estaba introduciendo en el Occidente moderno la primera experiencia revolucionaria. Europa occidental iba al fin a emprender un camino que resultaría ser, irrevocablemente, su propio camino. Fue Gregorio VII, en Canossa, quien se convirtió en el padrino del futuro.
Que el mundo puede dividirse en Iglesia y Estado, y que estos reinos deberían existir por separado, estas son las suposiciones que el siglo XI hizo “ fundamentales para la sociedad y la cultura europeas por primera vez y de forma permanente”. La reciente llegada a los paises occidentales de personas de culturas no cristianas no ha servido para refrescar la memoria. Del islam se dice a menudo que nunca sufrió una Reforma, pero sería más apropiado decir que nunca tuvo un Canossa. Sin duda, para un musulmán devoto, el concepto de las esferas políticas y religiosas puedan separarse es chocante.
Referencia:Milenio de Tom Holland.
No hay comentarios:
Publicar un comentario