La posmodernidad, en cierta medida, es la negación de la naturalidad. Lo extraordinario pide ser no sólo aceptado, sino normalizado, naturalizado y hasta legislado. En la posmodernidad,en el mundo del ‘superyo’, la naturalidad consiste en ajustar y desnaturalizar la realidad a mi gusto, con abstracción absoluta de lo que las cosas sean. Bajo una apariencia de libertad y normalización de la diversidad, lo que aparece es el dogma de la negación. Por ejemplo, proponer que el género es electivo es negar que hay una relación natural y causal entre género y sexo; y que existen excepciones sin que suponga un problema, pero que no dejan de ser singularidades. Son síntomas,dice el filósofo Pedro López, sólo síntomas, de la enfermedad de fondo que es el abandono del sentido común.
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