En Cuba "salieron los jóvenes, esos que crecieron con la dualidad monetaria, la falta de sueños, los apagones y el lavado de cerebro constante en las escuelas. Salieron las amas de casa, cazuela en mano, para al menos hacer sonar unas ollas en las que apenas hay algo que echar. Salieron los padres de familias y sus nietos; los primeros, parte de una generación que ayudó a construir el actual modelo autoritario, y los segundos, potenciales balseros en el Estrecho de Florida. Salió la gente", escribe la bloguera Yoani Sánchez."En mis 53 años nunca he visto nada igual en Santiago, este es el principio del fin de la tiranía en Cuba", resumía uno de los manifestantes.
"De tanta hambre que pasamos, nos comimos el miedo”, escribe Yomil es uno de los cantantes cubanos más conocidos. Yomil lamenta que su caso sea casi una excepción. "El pueblo en la calle y los artistas en sus casas, qué decepción siento por tanto descaro. La historia los recordará como cobardes y vividores", sentencia en Twitter.
"La hambruna recorre el país y nuestra hambre no es la misma de México, Guatemala o Brasil, donde alguien pide limosnas en la puerta de un supermercado y un buen samaritano le ofrece una tortilla, un bolillo o una galleta dulce. Los mercados en Cuba están completamente desabastecidos", explica la escritora Wendy Guerra en un reciente artículo publicado en la revista mexicana Letras Libres."No hay un diseño, no hay una economía, ni buena ni mala, no existe un plan económico, lamenta. La gente se está muriendo de hambre, literalmente. Para comprar una aspirina en el mercado negro, que es donde aparece, hay que pagar 1.000 pesos (40 dólares)”. "No hay antibióticos ni sueros, y aunque las cifras oficiales digan lo contrario, cada día mueren más pacientes de coronavirus abandonados en sus casas o tirados en el suelo de los hospitales, en condiciones infrahumanas", denuncia la escritora, que asegura que "la gente decidió jugarse la vida porque la otra opción es morir en silencio”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario