Jan Dobraczynski en su libro Cartas de Nicodemo escribe: “No le hemos encontrado para los demás. Cada uno debe encontrarle por sí mismo, como yo le encontré entonces en el camino de Emaús… ¿Acaso también Judas le encontró cuando se arrancó el dinero del corazón y lo arrojó sobre el empedrado del Templo? Judas… ¿Le hubiera traicionado si yo, a tiempo, hubiese compartido con el mis riquezas? Cada uno de nosotros le encontrará, indudablemente, un día, pero también cada uno de nosotros puede dificultarle este encuentro a otro…”.
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