Hacia el primer cuarto del siglo XI se produjo un acontecimiento particularmente importante, una especie de toma de posesión del camino de Compostela por parte de Cluny, escribe el historiador Louis Charpentier. “Además del estudio y la oración, las actividades principales de la Orden benedictina fueron siempre desde su creación, la agricultura y la construcción. Una buena parte de los monjes eran carpinteros, talladores de piedra y albañiles. Los abades fueron muy a menudo maestros de obras. Este arte de la construcción alcanzó su punto culminante con la reforma cluniacense, y Cluny mismo fue un semillero de maestros de la construcción en la Edad Media, fuera esta construcción religiosa o laica.
San Juan de la Peña |
¿Sintió el gran abad de Cluny que fue Odilón la necesidad de hacer reemprender a los constructores el camino iniciático para dar al románico, que nació del bizantino y del romano, la base de ciencia tradicional que le faltaba? Es posible. Todo lo que atañe a la construcción religiosa se ha mantenido siempre y en todas partes sumamente secreto, pero lo cierto es que vemos desarrollarse, a partir de Odilón, una sutil política en la que participa el rey don Sancho de Aragón. La primera etapa de esta acción es la introducción por don Sancho de la regla cluniacense en el monasterio de San Juan de la Peña, en 1025. Monjes españoles viajan a Cluny y monjes cluniacenses a San Juan; luego los intercambios se extienden a Leyre, que pronto abraza también la regla de Cluny. Es la época en que, con ayuda del abad de Leyre, obispo de Pamplona, Cluny abre a los peregrinos de Santiago la ruta de Roncesvalles. En esta misma época se organizan los caminos de Santiago en Francia, caminos que dan lugar a este derroche de monasterios, de albergues de etapa y de hospitales que hemos mencionado. Y este mismo derroche nos revela el verdadero objetivo de esa peregrinación a Compostela. Son caminos de constructores. Vemos desfilar por ellos resueltamente a penitentes, místicos, salteadores de caminos y mendigos, pero los constructores marchan delante, los constructores que no hacen su peregrinación en calidad de penitentes, ni como místicos, sino como aprendices, como candidatos a la iniciación. Constructores y filósofos, y místicos desde san Francisco de Asís a Nicolás Flamel. Se ha dicho, y es evidente, que el camino de Compostela fue la gran universidad en la que se instruyó la Edad Media. Sin el camino de Compostela, el románico no habría sido lo que fue, nutrido por una ciencia simbólica nuevamente hallada, por una ciencia tradicional nuevamente aplicada”.
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