miércoles, 14 de julio de 2021

Hacer eutanasias es algo dañino y antinatural para la psique del médico


¿Cómo cambiará la psique, la mente, la psicología, la emotividad de los médicos que se conviertan en la primera hornada de eutanasiadores de España? Ya de entrada, tiene que ser peculiar, por no decir algo inquietante, la psicología de los primeros eutanasiadores. Son personas que hasta ayer aceptaban la ética hipocrática que desde hace 25 siglos prohíbe al médico matar a sus pacientes. Aceptaban lo que dice la Asociación Médica Mundial, reiterado a los médicos del mundo en 2019, que “se opone firmemente a la eutanasia y el suicidio médicamente asistido”. Aceptaban el aún vigente Código de Deontología Médica español de 2011: “el médico nunca provocará intencionadamente la muerte de ningún paciente, ni por petición expresa de este”. Y ellos, de la noche a la mañana, se muestran dispuestos a traicionar esos valores deontológicos de España, de Hipócrates, de los médicos del mundo, y están dispuestos a matar pacientes. Ya solo eso muestra una psique peculiar, un desprecio al arte médico hipocrático.



En una conferencia el 20 de junio en el Instituto Teológico San Ildefonso de Toledo, el presidente del Colegio de Médicos, Manuel Martínez-Sellés, afirmaba: "Los médicos, de forma muy mayoritaria, estamos contra la eutanasia. Creo que serán muy pocos los que hagan eutanasias. A cada uno de ellos les tocará hacer muchas. En una región como Madrid pueden concentrar muchos casos. Como se pueden hacer a domicilio, quizá mueva mucho dinero, y de hecho ya hay empresas moviendo ese mercado", avisaba. Martínez Sellés señaló un posible precedente. "En EEUU hay Estados donde ningún médico quiere aplicar la pena de muerte, poner la inyección letal. En esos Estados han tenido que crear un nuevo oficio: la profesión de verdugo. Y es lógico, porque matar no es un acto médico, es otro oficio".



El estudio Emotional and Psychological Effects of Physician-Assisted Suicide and Euthanasia on Participating Physicians, de Kenneth R. Stevens, Jr. indica que"el médico está implicado de forma central en la eutanasia y suicidio asistido, y los efectos emocionales y psicológicos en los sanitarios participantes pueden ser significativos. El abandono de los valores fundamentales de la medicina de curar puede tener efectos significativos en muchos participantes médicos. Los doctores describen que les afecta de forma adversa profundamente, les impacta lo repentino de la muerte, quedar atrapados en la exigencia de suicidio asistido del paciente, tener la sensación de impotencia y sentirse aislado. Hay evidencia de que algunos pacientes presionan e intimidan a los doctores para que les asistan en el suicidio. El efecto de contra transferencia en la relación médico-paciente puede influir. Muchos médicos que participan quedan afectados de forma negativa, emocional y psicológicamente, por esta experiencia”, pero apoyado por otros eutanasiadores, en un entorno de eutanasiadores que se animan mutuamente, y con ayuda psicológica, pueden seguir adelante. Es una actividad antinatural que daña a la persona humana y a la misma civilización, el horror de ser médico y matar enfermos.

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