La mayoría de las madres son capaces de dar leche, pero solo unas pocas pueden dar miel también. Para estar en condiciones una madre de dar miel,escribe Erich Fromm, una madre debe de ser no solo una buena madre, sino una persona feliz, y no son muchas las que logran alcanzar esa meta. No hay peligro de exagerar el efecto sobre el niño. El amor de la madre a la vida es tan contagioso como la ansiedad. Ambas actitudes ejercen un profundo efecto sobre la personalidad total del niño, dice Fromm. Indudablemente es posible distinguir entre los niños, y los adultos, los que solo recibieron leche y los que recibieron leche y miel.
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