El hombre busca la salvación. Sin una luz celeste,dice Charles Moeller, el mundo humano sería una nada oculta en el corazón de la crueldad que aplasta a los débiles. Si no existiesen almas santas esforzándose en remontar esa horrible corriente, el universo provocaría las nauseas. Topando con el muro de la muerte, viviendo en el infierno que son los demás, la humanidad no tendría más alternativa que poner fin a esa absurda historia. El pesimismo del existencialismo ateo es inevitable sin un Dios que sostenga y salve, más allá de la muerte, los esfuerzos hacia el paraíso que son los demás.
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