sábado, 24 de julio de 2021

El sufrimiento de los hombres procede de otros hombres

El pecado engendra la muerte, dice el apóstol Pablo. Y engendra también el sufrimiento. En el cristianismo el pecado va unido al dolor. El sufrimiento de los hombres no procede de lo alto, sino de otros hombres que, con su dureza, aplastan a los humildes, o del propio pecador, muerto espiritualmente por su culpa. La desaparición del dolor va unida a la desaparición del pecado. Hay que remontarse a la causa del sufrimiento, al pecado en nosotros o en los demás; hay que atraer al prójimo con la fuerza irresistible de la caridad, escribe Charles Moeller.
Aunque los hombres son malos, aunque se muestran lobos los unos contra los otros, Dios es bueno. Hagamos brillar la misericordia de Dios en nuestra caridad. No olvidemos las palabras de Porcia sobre la clemencia en el quinto acto del Mercader de Venecia. Las exigencias del judío que quiere vengarse de un cristiano, encarnan el mundo antiguo, con sus implacables limitaciones, su moral de toma y daca, y sus dioses sin misericordia: “Pido justicia y la tendré”, dice el hombre. Entonces Porcia revela un nuevo reino con estas palabras: “ La clemencia en si no se improvisa. Cae del cielo como una mansa lluvia sobre aquel que le es inferior; doblemente bienhechora, bendice al que da y al que recibe. Su poderío alcanza su máximo esplendor en el poderoso; conviene maravillosamente al monarca en su trono,mejor que su corona. El cetro real indica la fuerza de su poder temporal; es el atributo del respeto y la majestad, y en el reside el temor y el terror que inspiran los reyes. Más la clemencia está por encima de esa autoridad contenida en el cetro; tiene su trono en el corazón de los reyes y es atributo del propio Dios; y el poder terreno que se asemeja más al poder de Dios es aquel que tempera la justicia con la clemencia”.
Es evidente que aquí hay reminiscencias de Seneca, pero hay también un eco directo del Evangelio, dice Moeller. Al sufrimiento y al pecado solo cabe responder con la misericordia y la caridad: “En verdad os digo que este es mi nuevo mandamiento, que os ameis los unos a los otros como Yo os he amado”.

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