Durante la Edad Media la mayoría de profesores y estudiantes universitarios eran miembros del clero y a menudo pertenecían a órdenes religiosas, sobre todo a los dominicos, que contaron con personalidades como Tomás de Aquino, el más famoso profesor medieval. Incluso investigadores de la naturaleza como Alberto el Grande y Roger Bacon fueron frailes. Los estudiantes pasaban a menudo de una universidad a otra, de forma que llegaron a formar un grupo internacional, conscientes de las diferencias que los separaban de los habitantes normales de la ciudad donde residían temporalmente. Los profesores eran principalmente filósofos y teólogos. Algunos de estos hombres de letras, como el inglés Juan de Salisbury en el siglo XII, se movieron también por las cortes de la época.
El término “escolásticos” (scholastici, es decir, hombres de escuela) fue una expresión despectiva inventada por los partidarios de un currículo universitario de nuevo estilo; las “humanidades”. Los profesores de este nuevo currículo fueron calificados de “humanistas” (humanistae) y luego el término se extendió primero por Italia y posteriormente por otras partes de Europa. Estos humanistas constituyeron una nueva forma de clerecía. Algunos habían recibido las órdenes sagradas, pero muchos otros eran laicos; enseñaban en escuelas o universidades o ejercían de tutores privados o estaban al servicio de generosos mecenas. Por lo menos para algunos de ellos, la enseñanza fue más un destino fatal que una vocación, manifiesta el historiador y académico británico Peter Burke
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