En el libro “El nombre de Dios es Misericordia”, el papa Francisco escribe que la Iglesia muestra su rostro materno, su rostro de madre, a la humanidad herida. No espera a que los heridos llamen a su puerta, sino que los va a buscar a las calles, los recoge, los abraza, los cura, hace que se sientan amados. Dije entonces, y estoy cada vez más convencido de ello, que esto es un kairós, que nuestra época es un kairós de misericordia, un tiempo oportuno. Abriendo solemnemente el Concilio Ecuménico Vaticano II, san Juan XXIII dijo que la Iglesia prefiere usar la medicina de la misericordia en lugar de empuñar las armas del rigor. En su meditación ante la muerte, el beato Pablo VI revelaba el fundamento de su vida espiritual en la síntesis propuesta por san Agustín, miseria y misericordia. “Miseria mía, escribía el papa Montini, misericordia de Dios. Que yo pueda al menos honrar a quien Tú eres, el Dios de infinita bondad, invocando, aceptando, celebrando tu dulcísima misericordia”. San Juan Pablo II avanzó en este camino a través de la encíclica Dives in misericordia, en la que afirmó que la Iglesia vive una vida auténtica cuando profesa y proclama la misericordia, el más maravilloso atributo del Creador y del Redentor, y cuando acerca a los hombres a las fuentes de la misericordia. Además, ha instituido la fiesta de la divina misericordia y ha revalorizado la figura de santa Faustina Kowalska, y las palabras de Jesús sobre la misericordia. También el papa Benedicto XVI habló de esto en su magisterio. “La misericordia es en realidad el núcleo central del mensaje evangélico, dijo, es el propio nombre de Dios, el rostro con el que Él se reveló en la antigua Alianza y plenamente en Jesucristo, encarnación del amor creador y redentor. Este amor de misericordia ilumina también el rostro de la Iglesia y se manifiesta tanto mediante los sacramentos, en concreto, aquel de la reconciliación, como con las obras de caridad, comunitarias e individuales. Todo lo que la Iglesia dice y hace manifiesta la misericordia que Dios siente por el hombre”.
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