Joseph Rudyard Kipling, escritor y poeta británico, cuenta que no hay pueblo más dotado que el inglés para colar en la conversación tonterías de verdad y que tengan gracia y vengan a cuento. Los norteamericanos tienden demasiado a la anécdota y los franceses son demasiado retóricos para este juego ligero. Ninguno de los dos países tiene el don de conversar tan abiertamente en broma como el británico.
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