Rafael Correa y Evo Morales |
No es correcto lo que dice el antiguo presidente del Ecuador, Rafael Correa, y lo que creen los populistas acerca de que el libre comercio sólo puede darse entre naciones de similar desarrollo. Si las economías se abren, los consumidores tienen acceso a productos más baratos del extranjero y, por tanto, se benefician. Ahora bien, dice Axel Kaiser, puede ser que haya ciertas industrias locales que desaparezcan por la competencia internacional, pero habrá otras que surjan precisamente porque, al ser más baratos los productos extranjeros, la gente de países en desarrollo como Ecuador podrá gastar el dinero que le sobra en otras cosas que antes no podía comprar.
Rafael Correa |
Delirante se torna el marco teórico populista cuando se examinan las reflexiones de Correa sobre la banca central y la moneda. Según Correa, la independencia de la banca central respecto al poder político es una cuestión puramente ideológica, y el control de la inflación, algo que perjudica a la ciudadanía. Dice que “no existe evidencia robusta que relacione mayor independencia de los bancos centrales con mayor crecimiento”, y que una inflación por debajo del 40 por ciento no perjudica al crecimiento de la economía. Correa reconoce que la inflación es un impuesto, pero dice que es principalmente un impuesto a quienes tienen activos líquidos y capital financiero, y en beneficio de la gente, porque el gobierno puede abaratar su deuda a través de la inflación, y eso beneficia a la gente. El neoliberalismo, entonces, con su preocupación por mantener baja la inflación, dice Correa, ha buscado proteger el capital financiero en América Latina. Este argumento es tan insostenible como el anterior, manifiesta Axel Kaiser, primero porque es obvio que las personas comunes y corrientes, al ver incrementados los precios de todo lo que consumen, pierden calidad de vida, transfiriendo recursos al gobierno, que a su vez gasta el dinero emitido comprando en la economía real. Y, segundo, porque los dueños de activos financieros, en general, encuentran las formas de protegerse de la inflación sobre todo cobrando tasas de interés más elevadas que al final pagan los contribuyentes. No hay algo así como una inflación que beneficie al pueblo. Si así fuera, Venezuela y Argentina tendrían una calidad de vida del nivel de la de los países desarrollados.
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