Conviene recordar que la llamada cultura árabe no tiene mucho de árabe, en el sentido de que apenas tomó elementos de la tradición propia, sino de los pueblos conquistados, que los árabes supieron recoger y combinar con singular talento. El cristal y el alfabeto (alifat en árabe) los tomaron de los fenicios; la astronomía de los mesopotámicos y los persas, el cero de los hindúes, la brújula y la pólvora de los chinos, la filosofía como un saber estructurado y lógico, de los griegos. Los árabes, refundieron todas estas aportaciones en un admirable conglomerado cultural; pero sobre todo lo propagaron: curiosamente hacia el Occidente cristiano, que se aprovecharía de aquel legado de culturas antiguas difundido por los árabes y lo perfeccionaría hasta un grado jamás alcanzado por otras culturas.
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