El escritor y periodista Jesús Palacios ha definido el golpe como una intriga de los servicios secretos (el CESID): “El 23-F no fue ningún golpe chapuza o una operación alocada protagonizada por unos militares rancios anclados en el pasado franquista con añoranza de pronunciamientos del siglo XIX. Fue un golpe de diseño, una operación de Estado Mayor del CESID puesta en marcha por el teniente coronel Javier Calderón y el comandante José Luis Cortina. Jamás pretendió tener carácter involutivo ni el deseo de retornar a una dictadura. Tenía por objeto reforzar el Estado y la Corona bajo el sistema democrático, que se estaba cayendo a pedazos por la grave crisis abierta entre la clase política”. Estaba informado al respecto el Gobierno de Estados Unidos, temeroso del deterioro en una zona estratégica como España. Se trataría de enseñar los dientes a una clase política un tanto insustancial e inepta, para dar salida a un Gobierno de concentración constitucional. Si falló fue por la reacción de Tejero, que habría sido utilizado casi como marioneta, sin prever su reacción negativa ante el Gobierno previsto. Sobre la gravedad del momento había declarado Felipe González tres meses antes: “El país es como un helicóptero en el que se están encendiendo todas las luces rojas a la vez. Estamos en una situación de grave crisis y de emergencia. Es la hora de que el Gobierno y Suárez se percaten de ello”.
Quintana Lacaci |
El general Quintana Lacaci, “Capitán General de Madrid, que había abortado el golpe en la capital y en la región militar, se consideraba “franquista hasta la médula”. Pero Franco le había ordenado obedecer a su sucesor y el Rey le había ordenado no sumarse al golpe. Si le hubiera ordenado tomar las Cortes, lo hubiera hecho”. Tal era el espíritu predominante en el ejército, y Juan Carlos nada habría podido hacer en otro caso. La autoridad de Franco seguía amparándole y sirvió, en aparente paradoja, para convertir un movimiento amenazante en un episodio en definitiva menor, que contribuyó a asentar la democracia. Y dice el historiador Pio Moa,que aumentó la popularidad del Rey, a costa del ejército, el cual pechaba con el papel de villano de la comedia, pese a haber mantenido mayoritariamente la disciplina y ser el verdadero causante del fracaso de un golpe cuyas raíces se encontraban en una crisis política y económica no causada por los militares. El ataque al ejército fue brutal, vinculado sin mucho disimulo a aquel de que era objeto el franquismo. El general Quintana, que frenó el golpe en Madrid, sería asesinado por la ETA, en presencia de su esposa, tres años después.
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