viernes, 6 de agosto de 2021

El pasar el tiempo en compañía de los allegados constituye uno de los valores más preciados


Ryszard Kapuściński, periodista, escritor, ensayista y poeta polaco, famoso por sus narraciones sobre el continente africano escribe en su libro Ebano: “Si el clan de la madre le ordena abandonar al marido y regresar a la aldea natal, ella se lleva a todos los hijos (si bien es cierto que vive en la aldea y en la casa del marido, no deja de permanecer allí como una invitada). La posibilidad de volver con su clan hace que la mujer, si el marido la abandona, tenga dónde acudir. También ella puede dejar a éste por iniciativa propia, si él resulta un déspota. Pero tales situaciones extremas son una rareza, pues la familia suele ser una célula vital y fuerte y en la cual todo el mundo tiene asignado su papel tradicional y conoce sus obligaciones. La familia, siempre numerosa, a veces llega a un centenar de personas. El marido, la mujer (las mujeres), los hijos, los primos… Si las circunstancias lo permiten, los miembros de una familia se reúnen lo más a menudo posible para pasar el tiempo juntos. El pasar el tiempo en compañía de los allegados constituye uno de los valores más preciados y todo el mundo intenta respetarlo. Lo importante es vivir juntos o los unos cerca de los otros. Hay muchos trabajos que sólo se pueden hacer de forma colectiva; si no, las posibilidades de sobrevivir desaparecen. El niño se forma en el seno de su familia, pero a medida que crece ve cómo las fronteras de su mundo social se ensanchan, ve que al lado viven otras familias y que varias familias juntas constituyen un clan. Lo forman todos aquellos que creen haber tenido un antepasado común. Si creo que tú y yo compartimos un mismo antepasado, pertenecemos a un mismo clan. Consecuencias de suma importancia se derivan de tales convicciones. Por ejemplo, una mujer y un hombre miembros de un mismo clan tienen vetadas las relaciones sexuales”.

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