Stefan Zweig pensaba que “para ser libre no hay que estar ni endeudado ni atado. Y atados lo estamos todos con el Estado, la comunidad, la familia; los pensamientos están sometidos a la lengua que hablamos; la persona aislada, el hombre completamente libre, es una quimera. Es imposible vivir en el vacío. Consciente o inconscientemente la educación nos hace esclavos de la costumbre, de las opiniones; respiramos el aire del tiempo”.
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