domingo, 12 de octubre de 2025

Para Robespierre el ateísmo era un vicio exclusivo de señoritos ociosos y de sus filósofos falderos

Robespierre
Para Robespierre el ateísmo era un vicio exclusivo de señoritos ociosos y de sus filósofos falderos, pensadores de salón. “El ateísmo es aristocrático”, escribe en noviembre de 1793. Por el contrario, la idea de un Ser Supremo (en Robespierre siempre resuena la voz de Rousseau) que vela por la inocencia del oprimido y castiga el crimen aparentemente triunfante, es completamente popular (esto es lo que escandalizará a Marx). Sentía una gran animadversión contra los filósofos que confundían la causa religiosa con la de los déspotas y veían conspiradores contra el Estado en todo aquel que iba a misa. Son enemigos del pueblo, concluye Robespierre, quienes pretenden forzarlo a ver en la Revolución el triunfo del ateísmo, y no el de la virtud, cuando el ateísmo es un crimen político. “El ateísmo es la antítesis de la virtud, y por lo tanto es antirrepublicano”. 


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