Emilio Lara en su novela Venus en el espejo, Inocencio X, dice Olimpia: "En el mundo abundan las personas simples y necias. Al menos, no exteriorices tu desdén hacia ellas cuando te veas obligado a recibirlas. Muchos carecerán de inteligencia, pero pueden ser muy útiles en otros aspectos. Ah, solamente, y si es posible, rehúye a los resentidos". "¿Por qué?", le pregunta el Papa. Respuesta: "Porque el fracaso se les sube a la cabeza. Son peligrosos”.
Un tonto, dice Emilio Lara, sin lugar a dudas es más peligroso que un resentido. El historiador italiano, Carlo Maria Cipolla, escribió un ensayo, con sentido del humor, para sus alumnos. Establecía la teoría de que el fin del Imperio Romano se produjo por la proliferación de los tontos. Para reírse del uso abusivo de la estadística por parte de los historiadores, establecía una estadística según la cual los estúpidos eran muy peligrosos, porque hacen el mal sin tener un plan premeditado. Entonces, es imposible establecer ningún cortafuegos contra el tonto. En la biografía de Gregorio Marañón Tiberio o el resentimiento, en el prólogo establece Marañón que lo que le sucedía a Tiberio es que era un resentido. Establece una teoría psicológica sobre el resentido de una enorme brillantez. Decía que la única forma que había para evitar a un resentido era no tratar con él. Y que cuando alguien le hace un favor al resentido, al rencoroso, es como echar gasolina sobre ese rencor.
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