domingo, 19 de octubre de 2025

Pablo, el santo responsable del asesinato de otro santo


En los comienzos del cristianismo, antes del año 70, según las estimaciones más plausibles, hay de seis a siete millones de judíos en el Imperio, unos dos millones y medio en Judea y unos cuatro millones y medio en la diáspora, o sea una décima parte de la población del Imperio, mientras que los cristianos no representan más de cien a doscientas mil almas a finales del siglo I y que, además, su unidad ya se ve comprometida por herejías. Ese antijudaísmo tiene una particularidad cargada de consecuencias; en esa época, son los cristianos de las “sinagogas nazarenas” quienes son perseguidos por los judíos, en la espera de serlo por los romanos. 
Saulo, llamado Pablo a la moda romana, comienza su carrera como un perseguidor de los discípulos de Jesús. El es el único santo citado como responsable del asesinato de otro santo, el protomártir Esteban. Éste fue uno de los primeros neófitos que se unieron al Consejo apostólico de Jerusalén, pero fue acusado de blasfemo por personas de la Sinagoga de los Libertos, en Jerusalén, que comprendía a cireneos, alejandrinos, cilicianos y asiáticos. Es condenado a la lapidación por el gran sacerdote, posiblemente en 33-34. Antes de que los ejecutores comiencen su tarea, depositan “sus vestidos a los pies de un joven llamado Saulo”. Ese gesto atestigua la sujeción de los ejecutores a un jefe, en todo caso a un delegado mandado por el Sanedrín para velar por el buen desarrollo de la lapidación. ¿Quizá Saulo se opone a esa lapidación? No. “Y Saulo consentía con ellos en su muerte (la de Esteban)”. Para confirmarlo, el autor de los Hechos de los Apóstoles añade, “y se hizo en aquella época una violenta persecución contra la Iglesia que estaba en Jerusalén; y todos los discípulos fueron dispersados por las regiones de Judea y Samaria, menos los apóstoles….. Saulo, entretanto, asolaba a la Iglesia, yendo de casa en casa y, arrastrando a hombres y mujeres, los iba metiendo en la cárcel”. Se trata pues de un joven con poder. Indaga en las casas y por cierto no está solo. Lo sigue una milicia. Detiene a las personas y las envía a la cárcel porque pertenecen a los sectarios de Jesús. Está, en consecuencia, al servicio del Templo, munido de un poder policíaco que lo autoriza a prender a las personas y enviarlas a prisión. Evidentemente, es un funcionario de la policía del Templo y del partido de los saduceos. Funcionario influyente por añadidura, porque cuando persigue a los discípulos de Jesús, está en condiciones de ir a ver al “soberano sacrificador”, es decir el gran sacerdote, a pedirle cartas para las sinagogas de Damasco, “a fin de que si hallaba en el camino partidarios de la nueva doctrina, los trajese atados a Jerusalén”. Es uno de los personajes más importantes de la historia de las religiones, igual que Moisés y uno de los genios más discutidos. Uno de los más contradictorios, porque su obra es tan grandiosa como equívoco su personaje.

Referencia: Historia del antisemitismo (Gerald Messadié)

No hay comentarios:

Publicar un comentario