
La concepción actual de la sexualidad en niños y jóvenes (que sin exagerar, terminan siendo “educados” con auténtica pornografía), hará que sus propias conductas cambien en este ámbito. Y uno de los efectos más importantes es que acaben considerando como normales conductas que antes eran sancionadas, y con razón.De acuerdo con un estudio de la fundación española Anar, realizado entre los años 2008 y 2019, la principal consecuencia es que se produce un cambio en el tipo de abusador (o depredador) sexual de los menores, que ya no es, como tradicionalmente era, sobre todo algún familiar cercano. Hoy se suman los propios compañeros, tanto del mismo curso como de cursos superiores, y en algunos casos incluso algún hermano mayor. Curiosamente, no se quiere hablar de “abuso” cuando el victimario ha sido otro menor. De este modo, se añade otro problema más a la ya complicada convivencia escolar, no sólo por existir un notable aumento de estos abusos, además de sus autores, sino también porque la víctima puede demorar en darse cuenta de que está siendo abusada, fruto del acostumbramiento mencionado.Lo anterior no es de extrañar, si se ha acostumbrado a los menores a tolerar niveles tan altos de sexualización, se corre el riesgo que tomen por normales conductas abusivas, sin darse cuenta de su condición de víctimas y de la agresión que sufren. Así las cosas, podría decirse que “el plato está servido”, tanto para otros menores como para adultos, con lo cual se están abriendo las puertas de par en par para la legitimación de la pedofilia.
Referencia: Max Silva Abbott, profesor de Filosofía del Derecho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario