Escribe Isaiah Berlin que “el núcleo central de la tradición intelectual de Occidente se ha apoyado, desde Platón (o quizá desde Pitágoras), en tres dogmas indiscutibles: a) Para todas las preguntas legítimas solo hay una verdadera respuesta y una sola, siendo las demás desviaciones de la verdad y por tanto, falsas; y que esto se aplica a cuestiones de conducta y sentimiento, es decir, a la práctica así como a las cuestiones de teoría u observación. A cuestiones de valor no menos que a las de hecho; b) Las verdaderas respuestas a tales preguntas son, en principio, cognoscibles; c) Estas respuestas verdaderas no pueden chocar entre sí, pues una proposición verdadera no puede ser incompatible con otra; que en conjunto estas respuestas deben formar un todo armonioso."
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