domingo, 24 de marzo de 2024

Dios ha muerto, todo está permitido

Nietzsche
Si quiere expresarse simbólicamente el complejo proceso que ha conducido a la crisis que hoy sufren la moral y la visión de la vida, la mejor fórmula es la de Nietzsche: “Dios ha muerto”. Se ha dicho con razón que la persona, que el pensamiento de Nietzsche, tienen también el carácter de un símbolo: “Es por la causa del hombre moderno por lo que se lucha aquí, de este hombre que no tiene ya raíces en el suelo sagrado de la tradición, que oscila entre las cimas de la civilización y los abismos de la barbarie, que está a la búsqueda de sí mismo, es decir, que se esfuerza por encontrar un sentido satisfactorio a una existencia completamente abandonada a sí misma” (R. Reiniger). Friedrich Nietzsche, mejor que cualquier otro, es quien hubo previsto el “nihilismo europeo” como un porvenir y un destino “que se anuncia en todas partes a través de mil signos y de mil presagios”. El “gran acontecimiento oscuramente presentido, la muerte de Dios”, es el principio del hundimiento de los valores. A partir de este momento, la moral, privada de su sanción, “es incapaz de mantenerse” y la interpretación y la justificación que se le habían dado anteriormente a todas las normas o valores, desaparecen. Dostoyevsky había expresado la misma idea diciendo: “Si Dios no existe, todo está permitido”.
Al haber perdido sus raíces, es decir, el lazo efectivo y original del hombre con el mundo superior, la moral cesa de tener una base invulnerable, la crítica puede destruirla rápidamente. La moral “autónoma”, es decir laica y racional, ya no puede oponer a los impulsos naturales, más que un mandamiento vacío y rígido, un “debes” (simple eco de la antigua ley viva). Y cuando se intenta dar algún contenido concreto al “tú debes” y justificarlo, falta base. No hay ningún punto de apoyo para aquel que no sabe pensar hasta el final. Esto se aplica ya a la ética kantiana…….. Renunciando a encontrar un fundamento intrínseco y absoluto, del “bien” y del “mal”, se propone justificar lo que queda de norma moral por lo que recomiendan al individuo su interés y la búsqueda de su tranquilidad material en la vida social. Pero esta moral está ya impregnada de nihilismo. Como ya no existe ningún lazo interior, todo acto, cualquier comportamiento se vuelven lícitos cuando se puede evitar la sanción exterior, jurídico-social, o cuando uno es indiferente a ella. Ya nada tiene carácter interiormente normativo e imperativo, todo se reduce a amoldarse a los códigos de la sociedad, que reemplazan a la ley religiosa derribada.

Volvamos a Nietzsche. El nihilismo europeo, anunciado por él como un fenómeno general y no esporádico, ataca, además del dominio de la moral en un sentido restringido, el de la verdad, de la visión del mundo.La “muerte de Dios” tiene aquí como efecto quitar todo el sentido a la vida, cualquier justificación trascendente a la existencia.La existencia parece perder todo significado, cualquier meta. Al mismo tiempo todos los imperativos, todos los valores morales, y todos los lazos, también se desmoronan, todos los apoyos.

Referencia:Cabalgar el tigre de Julius Evola

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