viernes, 1 de marzo de 2024

Un personaje peculiar, José Luis Rodríguez Zapatero

José Luis Rodriguez Zapatero
Tras la tragedia del 11-M, llego al gobierno de España un personaje tan peculiar como Rodríguez Zapatero y, con él, el caos se hizo carne y habitó entre nosotros. En secreto y de espaldas al pueblo soberano, el líder socialista empeñó un apoyo incondicional a una reforma del estatuto catalán de tono abiertamente confederal que muy poca gente reclamaba en Cataluña y que abrió la caja de los truenos autonómica. En lugar de plantear un debate a fondo sobre las grandes cuestiones nacionales, debate destinado a frenar las ansias de las elites nacionalistas, cohesionar la nación y devolver al Estado competencias que nunca debió perder, Zapatero, todo liviandad e irresponsabilidad, propuso a los españoles el gato por liebre de la reinterpretación de nuestra historia reciente, la igualdad entre sexos, los derechos de los homosexuales, la Alianza de Civilizaciones y el cierre de la capa de ozono, entre otras baratijas de una época sin ideología, todo ello sazonado con una mezcla de relativismo moral, improvisación frívola y sectarismo difícilmente superable. La responsabilidad del líder socialista en la profunda crisis de valores que hoy aqueja a la sociedad española es inmensa, en tanto en cuanto su acción de gobierno estuvo encaminada a dinamitar esos principios liberales empeñados en ensalzar la responsabilidad individual y el valor del esfuerzo y el trabajo bien hecho, amén de la asunción del riesgo empresarial. Los años de Zapatero vinieron, por el contrario, a exaltar lo fácil, lo liviano, lo divertido, lo no comprometido, lo superficial, lo vago. Su herencia, y la del propio PSOE, tras siete años largos de Gobierno, no pudo ser más atroz; crisis de valores, ruptura de la unidad de España y ruina económica, escribe Jesús Cacho. 

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