Todo hombre digno de ser llamado hijo del hombre carga su cruz sobre sus hombros y sube al Gólgota. Muchos, los más numerosos, alcanzan el primero, el segundo, el tercer grado, jadean, se desploman en medio de su marcha y no llegan a la cumbre del Gólgota (quiero decir a la cima de su deber; ser crucificados, resucitar, salvar sus almas). Desfallecen, la cruz les infunde miedo, no saben que la crucifixión es el único camino de la resurrección, que no hay otro, escribe Nikos Kazantzakis en su libro Carta al Greco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario