Cada uno de nosotros lleva un mensaje de sus antepasados en todas las células de su cuerpo. Está en nuestro ADN, el material genético que se transmite de una generación a otra. En el ADN no sólo están escritas nuestras historias individuales, sino la historia de toda la especie humana. La historia de nuestra especie, homo sapiens, está registrada en los genes que permiten seguir nuestro linaje hasta el pasado remoto, mucho más allá del alcance de los registros escritos o las inscripciones en piedra. Estos genes cuentan una historia que comienza hace más de cien mil años, y cuyos últimos capítulos están ocultos dentro de las células de cada uno de nosotros.Todos estamos emparentados por vía materna con un pequeño grupo de mujeres que vivieron hace decenas de miles de años.
Arthur Mourant |
En 1947, Arthur Mourant (11 April 1904 – 29 August 1994) organizó un encuentro con dos vascos que se encontraban en Londres intentando formar un gobierno provisional, y que se mostraron muy dispuestos a apoyar cualquier intento de demostrar que su identidad genética es única. Los dos aportaron muestras de sangre y ambos resultaron ser Rhesus-negativos. Gracias a estos contactos, Mourant elaboró un fichero de vascos franceses y españoles, que, como él había esperado, presentaban una altísima frecuencia de Rhesus-negativos; de hecho, la más alta del mundo. Con estos datos, Mourant llegó a la conclusión de que los vascos eran descendientes de los habitantes originales de Europa, mientras que todos los demás europeos eran una mezcla de los originales con pueblos llegados más recientemente, que él pensaba que fueron los primeros agricultores procedentes de Oriente Medio. Desde aquel momento, los vascos asumieron el estatus de población con la que había que cotejar (y todavía se cotejan) todas las ideas acerca de la prehistoria europea. El hecho de que sólo ellos, entre todos los europeos occidentales, hablaran un idioma único en Europa, que no pertenece a la familia indoeuropea que abarca todos los demás idiomas de Europa occidental, no hacía sino realzar su posición especial.
Referencia: Las siete hijas de Eva de Bryan Sykes
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