Cuenta el historiador Ricardo de la Cierva que durante la Guerra Civil española la abundancia de alimentación y artículos de primera necesidad, la estabilidad en el coste de la vida, facilitaban la convivencia en la zona nacional, donde no faltaban aprovechados y emboscados, pero donde la población civil vibraba con las noticias de los frentes. La moral era altísima. Frente al “no pasarán” de la zona republicana, que implicaba una actitud defensiva, los nacionales miraban siempre a la zona contraria como terreno de conquista; se resistían a la fortificación e incluso a la defensa pasiva; sólo pensaban en el avance y no dudaron jamás de la victoria, con la fugaz excepción de algunas semanas de desaliento después del fracaso de noviembre de 1936 ante Madrid, y sobre todo durante la batalla del Ebro en el verano de 1938.El factor moral y la convicción religiosa,fueron, junto a una disciplina implacable exigida por las Fuerzas Armadas, las características principales de la zona nacional, que se configuraba como un gran campamento pletórico de moral y energía.Tener siempre en cuenta estos factores morales porque fueron la clave de la victoria junto con la acertada organización militar e incluso la militarización de la zona desde los primeros instantes del Alzamiento.
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