Escribe Thomas Schirrmacher que la piedad personal fuerte y convincente de la reina Isabel II ha eclipsado hasta cierto punto el cambio profundo en la Iglesia anglicana desde su coronación en 1953. En ese momento, la religión del estado era también la religión mayoritaria. Desde entonces, ha habido una rápida tendencia de las personas a alejarse de la Iglesia Anglicana. Comparado con el 30% en el año 2000 que se consideraban miembros a la Iglesia Anglicana, el porcentaje se ha reducido a la mitad. Desde 2016, más católicos en el Reino Unido van a la iglesia los domingos que anglicanos. A raíz de la muerte de la reina Isabel II se hace urgente conversar sobre el hecho de que la fe anglicana es ahora una minoría en Gran Bretaña, y también sobre cómo la iglesia puede volverse misionera y ganar a la gente para la fe nuevamente. CarlosIII aún no ha indicado que esté preocupado por estos acontecimientos. Tampoco ha indicado que la formulación política del papel del rey como cabeza de la Iglesia de Inglaterra deba adaptarse a la realidad de la condición de minoría.
La coronación llega en un momento en que la Iglesia Anglicana como comunión mundial acaba de dividirse, con más de las tres cuartas partes de los obispos del mundo declarando que el Arzobispo de Canterbury ya no es su líder, renunciando así también al rey inglés. Carlos III quiere proteger todas las religiones. Pero en ninguna parte separa esta tarea evidente de un jefe de estado de su tarea como líder de la Iglesia de Inglaterra. Su madre reconoció con simpatía la creciente libertad religiosa en Gran Bretaña. Pero ella no confundió esto con su tarea como Defensora de la Fe. Al asumir el cargo, Carlos III ya juró “defender la fe” no sólo de los anglicanos sino también de los protestantes en Escocia. Si uno tuviera que inferir la preferencia de Carlos III por una denominación de sus actividades, viajes y declaraciones durante décadas, no pensaría en él como protestante, sino más bien como católico. Solo desde que asumió el cargo ha hecho un compromiso directo, aunque bastante general, con la fe anglicana. En 1985, cuando lo visitó el Papa Juan Pablo II, su madre tuvo que prohibirle que asistiera a misa católica; no se dio cuenta de lo delicado que era el asunto. Mientras que su madre era más del ala evangélica tradicional (llamada “iglesia baja”) de la Iglesia de Inglaterra y tenía una relación muy personal con la Iglesia Presbiteriana de Escocia, Carlos III es más del ala anglo-católica (conocida como “iglesia alta”). En 2019 viajó al Vaticano para asistir a la canonización de St. John Henry Newman, quien se había convertido de la fe anglicana a la católica; Carlos III se refirió a Newman como un modelo a seguir.
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