Escribe C. S. Lewis en Lo eterno sin disimulo, que la educación y la atmósfera del mundo en que vivimos aseguran que nuestra principal tentación será la de ceder a los vientos de doctrina, no la de ignorarlos. No es probable en absoluto que vayamos a aferramos a la tradición. Lo más probable es que seamos esclavos de la moda. Si hay que elegir entre leer los libros nuevos o los viejos, hemos de elegir los viejos, y no porque necesariamente sean mejores, sino porque contienen las verdades que nuestro tiempo descuida. El modelo de cristianismo permanente debe mantenerse claro en nuestra mente, y a la luz de él hemos de examinar el pensamiento contemporáneo. Tenemos que evitar a todo trance movernos con los tiempos. Servimos a Aquél que dijo: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”.
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