Para el filósofo alemán H.-G. Gadamer ( L’ereditá dell’Europa), hay que evitar reducir la coexistencia de lo diverso a un falso espíritu de tolerancia o, mejor aún, a un falso concepto de tolerancia. Es un error muy común creer que la tolerancia consiste en renunciar a la propia peculiaridad, anulándose frente al otro. La tolerancia no puede separarse de la fuerza. “Soportar” al otro no significa en absoluto que no haya que ser conscientes de la propia identidad irreductible. Incluso es justamente la fuerza, la fuerza que deriva de la certeza de esa identidad, la que hace posible la tolerancia. Practicar una tolerancia así entendida, sobre el modelo doloroso ofrecido por Europa, me parece una buena preparación para las grandes tareas del futuro.
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