Contaba el periodista Augusto Assía hablando sobre el periodo de la Segunda Guerra Mundial que “los principios militares ingleses, consistentes en decir siempre la verdad por dura y amarga que parezca. Tampoco puede decirse que la supresión de las cifras tenga por objeto evitar alarma, puesto que la campaña resulta mucho más alarmista, aparte de que aquí todos los periódicos publican regularmente las cifras dadas por los alemanes como hundidas, igual que publican los partes oficiales alemanes e italianos o cualquier alegación enemiga. La Gran Bretaña y los Estados Unidos son los únicos países beligerantes donde no está prohibido oír las radios enemigas o citarlas. Hasta la reducción de papel, el Times publicaba diariamente el horario de las transmisiones en inglés por las estaciones alemanas. Es ridículo sugerir que el país que sufrió sin pestañear el revés de Dunquerque, que oyó sin inmutarse que dos de sus más orgullosos acorazados habían sido hundidos en diez minutos por la aviación japonesa, que vio irse Singapur con indiferencia, puede conmoverse porque se le declare al fin de cada mes que se han perdido tantos o cuantos barcos mercantes”.
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