La violencia, escribe María Blanco, siempre deja una huella imborrable, distinta en cada persona, pero la deja. Y si es distinto según los sexos, también lo es según las edades, la personalidad, el entorno… Por ejemplo, hay niños que no han recibido palizas, sino que la violencia física ha consistido más en gritos y algún azote ocasional, algo que, a pesar de parecer leve, ha provocado que se desarrollas en síntomas psicológicos a consecuencia de ello.
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