Gerhard Müller acusa a la corriente nihilista que ha tomado la sociedad de conducirla a un “suicidio colectivo”. Esta corriente filosófica, de la que bebe la Nueva Era, tiene su máxima en que “Dios ha Muerto”; y esto deriva inevitablemente en la conclusión de que “no hay nada malo en el ser humano y que está permitido todo lo que le plazca”.
Müller carga contra el historiador israelí Yuval Noah Harari, quien es el mayor exponente del trans y posthumanismo, y que propone al ser humano como centro del universo en su libro “Homo Deus”. La teoría del historiador israelí es el culmen de la antropología nihilista que entiende al ser humano como algo independiente y desvinculado de Dios lo que provoca que “si el hombre deja de ser una criatura a imagen y semejanza del Dios trino, se hunde en las profundidades del nihilismo antropológico”. La consecuencia de poner a la criatura en el trono del Creador no es nada nuevo, ya tentó la serpiente antigua a Adán y Eva con esta idea. Como explica Gerhard Müller, esta corriente “tiene como padre el orgullo de la criatura que quiere llegar a ser como Dios (Gn 3,5) y quiere establecer la diferencia entre el bien y el mal, lo verdadero y lo falso por sí misma”. Müller mencionaba que los frutos podridos de la antropología nihilista “también se muestran en el cuestionamiento del matrimonio entre el hombre y la mujer que se ve como una variante entre cualquier número de posibilidades del disfrute orgiástico de la satisfacción sexual sin la plena entrega en el amor y sin la autotrascendencia a un tercero, a saber, el niño como fruto del amor y el vientre de sus padres”, es decir la teoría Queer, conocida también como ideología de género.
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