Cuenta Michael Booth en su libro Gente casi perfecta que “había llegado a considerar a los daneses como personas fundamentalmente decentes, trabajadoras, respetuosas de las leyes y muy poco propensas a las expresiones públicas de… en fin, de casi nada, y mucho menos de felicidad. Los daneses eran luteranos por naturaleza, cuando no por acatamiento ritual. Rehuían de la ostentación, desconfiaban de la manifestación exuberante de emociones y se mantenían encerrados en sí mismos. Conformaban un grupo solemne y glacial. Los daneses probablemente se encontraban entre las personas menos manifiestamente alegres de la tierra, junto con los suecos, los finlandeses y los noruegos.La gran cantidad de antidepresivos que tomaban lo que nublaba su percepción. Hay un informe según el cual, en Europa, solo los islandeses consumían más píldoras de la felicidad que los daneses, y el ritmo al que las ingerían iba en aumento. ¿Acaso la felicidad danesa no era más que un estado de inconsciencia patrocinado por Prozac?”
“En este país no hay demasiados tipos que vivan para trabajar; de hecho, muchos daneses se muestran sinceros, y no parecen tener remordimientos, sobre sus esfuerzos constantes para invertir el mínimo de horas requeridas para disfrutar de unos niveles aceptables de comodidad vital. Los daneses trabajan casi la mitad del número de horas semanales que hace un siglo, y muchísimas menos que el resto de Europa; 1.559 horas al año en comparación con las 1.749 horas de media europeas (aunque los griegos trabajan 2.032 horas, por lo que claramente esta no es ninguna medida de productividad irrebatible). Según un estudio de 2011 realizado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) que englobaba a treinta países, solo los belgas estaban por delante de los daneses en cuanto a ociosidad.Las vacaciones anuales pueden llegar a durar hasta seis semanas y, en julio, el país entero cuelga el cartel de Cerrado puesto que la totalidad de la población danesa emigra en masa a sus casas de verano, parques de caravanas o camping situados aproximadamente a una hora de donde viven. Más de 754.000 daneses en edades comprendidas entre los quince y los sesenta y cuatro años (más del 20 por ciento de la población en edad de trabajar) no realizan ninguna clase de trabajo y reciben unas generosas prestaciones por desempleo o incapacidad. El New York Times ha llamado a Dinamarca “el mejor lugar de la tierra para que te echen”, con subsidios por desempleo de hasta el 90 por ciento del sueldo anterior y durante un máximo de dos años (hasta las recientes reformas, el máximo era de once años). Los daneses llaman a su sistema flexiguridad, un neologismo que combina la flexibilidad que disfrutan las empresas danesas para despedir a los trabajadores con poca antelación y baja compensación (comparado con Suecia, donde los trabajos aún pueden ser de por vida), con la seguridad que gozan los mercados de trabajo a sabiendas de que habrá una amplia cobertura en tiempos de desempleo.”
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