Ninguna contradicción es tan importante para Goethe y ninguna armonía tan fecunda como la de lo interno y lo externo. En contra de la tendencia de aquella época a construir desde dentro, Goethe da a lo exterior mucha más independencia y valor; sólo del contacto de lo interno con lo externo le parece desprenderse una vida y una producción fecundas. Lo interno y lo externo se apoyan mutuamente; lo interno sólo se encuentra, y toma forma, en el exterior; lo externo sólo descubre su ser en la apropiación espiritual; sólo su relación y compenetración mutuas crean un producto viviente. Esta experiencia de la producción artística se convirtió en Goethe en una necesidad personal del ser; esa exteriorización de lo interno e interiorización de lo externo se convirtió para él en un taller creador de la vida y en la liberación de toda miseria, pues todo lo que le alegraba o le preocupaba debía transformarlo en una imagen, en una poesía, esta separación y encarnación le traía una calma espiritual y una satisfacción definitiva. Aun cuando esta confesión del propio estado del alma en la producción artística no puede considerarse como un aligeramiento moral, ha contribuido a dar a la obra de Goethe su grandiosa variedad y su admirable sencillez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario