miércoles, 14 de febrero de 2024

Entre las fuerzas que afectan la locura política es la sed de poder

Si perseguir la desventaja después que ésta se ha hecho obvia resulta irracional, entonces el rechazo de la razón es la primera característica de la locura. Según los estoicos, la razón era el “fuego pensante” que dirige los asuntos del mundo, y el emperador o gobernante del Estado se consideraba como “el servidor de la razón divina, nombrado para mantener el orden en la Tierra”. Entonces como hoy la “razón divina” era abrumada, las más de las veces, por flaquezas humanas no racionales; ambición, angustia, afán de poder, deseos de encubrir errores, engaños, ilusiones, prejuicios fijos. Aunque la estructura del pensamiento humano se basa en el procedimiento lógico que lleva de la premisa a la conclusión, no está a prueba de las flaquezas y las pasiones. El pensamiento racional claramente indicaba a los troyanos que podían sospechar de un truco cuando al despertar vieron que todo el ejército griego se había desvanecido, dejando sólo un extraño monstruoso prodigio fuera de sus murallas. Un procedimiento racional habría sido, al menos, buscar enemigos ocultos dentro del Caballo, como urgentemente lo pedían Capis el Viejo, Laocoonte y Casandra. Tal opción estaba disponible, y, sin embargo, fue descartada en favor de la autodestrucción.
En las operaciones de gobierno la impotencia de la razón es grave porque afecta todo lo que toca, los ciudadanos, la sociedad, la civilización. Tal fue un problema de profunda preocupación para los griegos, fundadores del pensamiento occidental. Eurípides reconoció que no era posible explicar ya el misterio del mal moral y de la locura por simples causas externas, por la mordida de Até, como por una araña, o por otra intervención de los dioses. Hombres y mujeres habían de enfrentarse a ella como parte misma de su ser. Su Medea sabe que está dominada, ella misma, por una pasión “más fuerte que mis propósitos”. Platón, unos cincuenta años después, desesperadamente deseó que el hombre captara y nunca volviera a soltar “el sagrado cordón dorado de la razón”, pero también él tuvo que reconocer, a la postre, que sus congéneres estaban anclados en la vida de los sentimientos, movidos como títeres por los hilos de deseos y temores que les hacían danzar. Cuando el deseo no está de acuerdo con el juicio de la razón, nos dijo, hay una enfermedad del alma, “y cuando el alma se opone al conocimiento, o la opinión o la razón que son sus leyes naturales, a eso llamo locura”.
Principal entre las fuerzas que afectan la locura política es la sed de poder, llamada por Tácito “la más flagrante de todas las pasiones”. Como sólo puede quedar satisfecha mediante el poder sobre los demás, el gobierno es su campo favorito de ejercicio.

Referencia:Barbara Wertheim Tuchman, fue una historiadora, periodista y escritora estadounidense. Ganó dos veces el Premio Pulitzer.La marcha de la locura 


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