Daniel Lacalle escribe en su libro Nosotros, los mercados que las reuniones de la OPEP en Viena se presentan en la prensa como una especie de programa de Telecinco donde todo el mundo se pelea. Pero no es cierto, y es un evento que merece la pena verse. Lo primero que sorprende es el alto nivel técnico de las discusiones, cuando la prensa tiende a ridiculizar la reunión como una merienda de oligarcas ignorantes. Los delegados, príncipes y máximos representantes, se reúnen en una sala. La prensa sigue las reuniones desde otra sala y, mientras tanto, los séquitos esperan por si los delegados necesitan algo especial. Todos los delegados se dirigen unos a otros con una exquisita diplomacia, incluso para discrepar de manera radical. No se levanta la voz.
Cuando la prensa habla de la OPEP siempre tiende a olvidar que es un cártel, un oligopolio, y como tal se comporta a la hora de fijar la producción.Tienen un triple objetivo,mantener la demanda bien cubierta, garantizar unos ingresos mínimos para los productores y generar una rentabilidad adecuada para la industria. Efectivamente, la OPEP no es una ONG, no tiene como objetivo demostrarles a los pesimistas que pueden producir más. Sus objetivos son económicos.
Al contrario de lo que piensa mucha gente, el comportamiento de los productores de petróleo es procíclico, no contra-cíclico, es decir, incrementan la producción cuando baja el precio para compensar los ingresos perdidos, y la reducen a niveles suficientes cuando el precio es adecuado. Por eso se reúnen como cártel y fijan cuotas, para evitar episodios de exceso de suministro y shocks de demanda.
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