“La existencia de cada individuo se resume en tres verbos, hacer, haber y ser. En una sociedad en la que se dice: “Fulano vale tanto”, y con esto se alude a su cuenta bancaria y sus haberes en la bolsa de valores, se confunde el ser con el haber, o mejor dicho se reduce el ser al solo haber”, escribe Jacques Lafaye. “Acumular capital supone indiscutible talento, pero si aumentar el capital se convierte en finalidad en sí, es una forma de indigencia. Lo que importa más es lo que se hace con el capital; por eso los hombres que poseían riquezas en el pasado edificaron conventos, hospitales, basílicas… a expensas propias, para la salvación de su alma. Los millonarios modernos: los Nobel, Warburg, Getty, Thyssen… han creado fundaciones caritativas, académicas o artísticas, para rescatar su imagen pública (y burlar la administración fiscal). Pero todos los demás, la gente común que es la inmensa mayoría, se desviven por hacerse ricos a cualquier precio, pierden su vida por una meta fuera de alcance, y por ello acuden a cualquier medio mágico, como la lotería o los negocios sucios. El capital especulativo empobrece a la mayoría de la humanidad; el capital cultural, al contrario, acrecienta la humanidad del género humano, aunque sea sólo de una reducida elite, lo cual es invaluable. Pero lo que tenemos a la vista es la enajenación fomentada por los grandes medios de comunicación para abastecer el consumismo, neurosis colectiva, cultivo de frustraciones multitudinarias. Se ha perdido de vista que importa mucho más el hacer que el haber, porque “el placer acompaña al acto como la belleza a la juventud”, según aseguró Aristóteles; un juicio de valor permanente.”
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