"El dolor no sólo es un mal inmediatamente reconocible, sino un mal imposible de ignorar". Lewis observa que el dolor es uno de los vehículos más eficaces para que se despierte en el hombre la conciencia de la existencia de Dios; porque "el dolor insiste en ser atendido. Dios nos susurra en nuestros placeres, también nos habla mediante nuestra conciencia, pero en cambio grita en nuestros dolores, que son el megáfono que Él usa para hacer despertar a un mundo sordo”. “Cuando el dolor tiene que ser sufrido, un poco de valor ayuda más que mucho conocimiento; un poco de simpatía humana ayuda más que mucho valor, y el más leve rastro de amor de Dios es lo que ayuda más que cualquier otra cosa”.
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