En la vida todos dependemos de otras personas, y especialmente de un sinnúmero de extraños que producen todo lo que tenemos a nuestra disposición. Pocos podríamos cultivar el alimento que necesitamos para vivir, mucho menos construir un lugar en el que vivir o producir cosas como ordenadores o automóviles. Otras personas tienen que crear todas esas cosas para nosotros, y los incentivos económicos son esenciales para ello. Los precios son el núcleo de los incentivos en una economía de mercado.Se dice que el último presidente de la Unión Soviética, Mijaíl Gorbachov, preguntó lo siguiente a la primera ministra británica, Margaret Thatcher: «¿Cómo se las arregla usted para que la gente tenga alimentos?». Le respondió que ella no tenía que hacer nada, pues los precios se encargaban de aquello. El pueblo británico estaba mejor alimentado que el de la Unión Soviética, a pesar de que los británicos no habían producido suficiente alimento para subsistir más de un siglo. Los precios les traían alimentos de otros países, escribe Thomas Sowelle, economista y teórico social estadounidense, miembro distinguido de la Hoover Institution de la Universidad Stanford.
China, dice Sowelle, donde a comienzos del siglo XXI, los comunistas, que continúan gobernando, ya permitían que el libre mercado operara en gran parte de la economía. A pesar de que en China vive una quinta parte de la población mundial, sólo cuenta con un 10 por ciento de la tierra cultivable del mundo, de manera que alimentar a su población podría continuar siendo el problema crítico que alguna vez fue, aquellos tiempos en los que cada hambruna recurrente segaba la vida de millones de personas. En la actualidad, los precios atraen alimento de otros países. El alimento de China proviene del exterior, de Sudamérica, de Estados Unidos y de Australia.
Los precios no son simplemente un medio para transferir dinero, sino que su función principal es brindar incentivos que afecten al comportamiento en el uso de los recursos, y de los productos que resultan de éstos. Los precios no solamente orientan a los consumidores, sino también a los productores.El sistema económico del libre mercado es comúnmente considerado un sistema de lucro, pero en realidad se trata de un sistema de ganancias y pérdidas, y las pérdidas son tan importantes como el lucro para la eficiencia de la economía, porque informan a los productores de lo que deben dejar de hacer, de lo que deben dejar de producir, de dónde deben dejar de asignar recursos, de en qué deben dejar de invertir. Las pérdidas fuerzan a los productores a dejar de producir lo que los consumidores ya no quieren.
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