domingo, 18 de febrero de 2024

Somos el producto

Facebook tiene objetivos. El objetivo de Facebook es convertir a cada persona viva en una celda de su base de datos, para poder llenarla de información. Su política es acumular la mayor cantidad posible de esa información para vendérsela al mejor postor. Somos el producto. La empresa argumenta que lo hace para facilitar la vida de los usuarios, que se pueden saltar varios pasos a la hora de hacerse una cuenta y encontrar a sus amigos de inmediato gracias a funciones como “personas que quizá conozcas”. El objetivo es obtener la mayor cantidad posible de información sobre el usuario, sus amigos y todo aquello que le interesa, asusta, preocupa, deleita o importa. Lo único que facilitan las herramientas es el uso de las herramientas. Y cada pequeño aspecto de su funcionamiento ha sido diseñado por expertos en comportamiento para generar adicción. Google controla las tres interfaces más utilizadas del mundo: el servidor de correo Gmail, el sistema operativo para móviles Android y el navegador Chrome. Por no hablar de su sistema de geolocalización con mapas, de su plataforma de vídeos YouTube y sobre todo de su buscador. Google Search es el intermediario entre la Red y el resto del mundo, y cada vez más el intermediario entre la población conectada (ahora mismo más de cuatro mil millones) y todo lo demás. 
Entre 2008 y 2010, los coches de Google salieron a fotografiar las calles de más de treinta países. Algunos vecinos se quejaron de que las cámaras invadían su intimidad. Google se ofreció inmediatamente a corregir aquellas invasiones accidentales de intimidad con un modesto pixelado. Era la coartada perfecta, porque la verdadera invasión estaba ocurriendo en la esfera de lo invisible. Los coches iban capturando todas las señales wifi de todos los edificios por los que pasaban, incluyendo los nombres de las redes (ESSID), las IP, las direcciones MAC de los dispositivos. También se embolsaron la gran cantidad de correos privados, contraseñas y todo tipo de transmisiones emitidas por redes abiertas y routers domésticos mal protegidos. Cuando fueron descubiertos por las autoridades alemanas de protección de datos, Google pagó siete millones de multa que, para Google, no es mucho. Google ya no necesita husmear las calles para saber los nombres, direcciones, teléfonos y contraseñas de las personas cuyas casas y oficinas salen en los mapas. Para eso tiene Android, un sistema operativo que viene preinstalado en el 74,92 por ciento de los móviles de todo el mundo. Un dispositivo que el usuario mantiene encendido en todo momento, lleva encima a todas partes y tiene dos cámaras, un micrófono, una media de catorce sensores y al menos cuatro sistemas de geolocalización. Sabiendo dónde está en cada momento de su vida sabremos dónde vive, dónde trabaja, cuántas horas duerme, cuándo sale a correr, con quién se relaciona, a dónde viaja, cómo se transporta de un sitio a otro, cuál es su terraza favorita. Sabemos si tiene un amante, si se hace el enfermo, si apuesta, si bebe. Sabemos cosas que la propia persona no sabe, como sus rutinas inconscientes y sus correlaciones sutiles. Un smartphone le cuenta todas esas cosas a las aplicaciones que lleva dentro, una mina de oro sin fondo para la industria de la atención.
Referencia:El enemigo conoce el sistema  de Marta Peirano



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