El académico estadounidense Arthur C. Brooks escribe que las personas que sienten que son productivas en sus empleos, independientemente de lo que cobren, tienen unas probabilidades alrededor de cinco veces más altas que las que no se sienten así de decir que están muy satisfechas con sus trabajos. Por supuesto, cuando somos productivos, normalmente se nos paga más. Pero el dinero es un agradable efecto secundario, no la causa de la felicidad de la que disfrutamos. Sentirse productivo no quiere decir que estemos protegidos de la competencia. Significa derrotar a la competencia a través del mérito y el trabajo duro. No procede de un convenio colectivo y de la amenaza de huelga, sino de un trabajo bien hecho. Y es evidente que no proviene de un cheque de los servicios sociales. Todo eso explica por qué nuestro sistema de la libre empresa genera trabajadores más felices que en la mayor parte de Europa. Podemos aprender del Viejo Continente en cuanto a tasas corporativas, pero no en lo que se refiere a política laboral. Debido a las rígidas leyes laborales vigentes en toda la Unión Europea, es difícil despedir a los trabajadores e incluso echarlos por motivos justificados. Por eso, en primera instancia, los empleadores dudan a la hora de contratar a gente, situación que ha desembocado en unos niveles de desempleo significativos, sobre todo entre los jóvenes. En Francia, en torno a una cuarta parte de los adultos jóvenes están en paro; en España, más del 40 por ciento. Todo esto conlleva consecuencias que disminuyen el sentimiento de felicidad entre los parados, pero también tiene un efecto negativo sobre las personas que cuentan con un empleo. Si sabes que encontrar un trabajo nuevo será difícil o imposible, te aferrarás al puesto que tienes, aunque no encaje con tus intereses o tus habilidades. Y en una situación así, es probable que te despidas de cualquier intento de aportar sentido a tu vida por medio del trabajo. Por eso, es cada vez más habitual que los trabajadores europeos busquen ese sentido en actividades fuera del trabajo,y de ahí las semanas laborales más cortas, las vacaciones prolongadas y los programas de jubilación anticipada que lo hacen posible.
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