Timothy David Snyder,historiador y profesor de la Universidad de Yale escribe que “Stalin mataba a sus propios conciudadanos con tanta eficacia como Hitler eliminaba a ciudadanos de otros países. Stalin sabía lo que iba a ocurrir cuando les arrebató los alimentos a los hambrientos campesinos de Ucrania en 1933, lo mismo que Hitler sabía lo que podía esperarse cuando privó de comida a los prisioneros de guerra soviéticos, ocho años más tarde. En ambos casos, más de tres millones de personas murieron. Durante el Gran Terror estalinista de 1937-1938, casi setecientos mil ciudadanos soviéticos fueron pasa dos por las armas. Los aproximadamente doscientos mil polacos asesinados por alemanes y soviéticos durante la ocupación conjunta de Polonia también murieron por este sistema, igual que los más de trescientos mil bielorrusos y otros tantos polacos ejecutados”.
“Campesinos hambrientos mendigaban a lo largo de las colas de pan pidiendo unas migajas. Las amas de casa que hacían cola veían cómo las campesinas morían de hambre en las aceras. Un joven comunista llamaba esqueletos vivientes a los niños campesinos que veía. Un miembro del partido de la industrial Stalino se sentía consternado ante los cadáveres de los muertos de hambre que encontraba en la puerta trasera de su casa. Las parejas que paseaban por los parques no podían dejar de advertir los carteles que prohibían cavar tumbas. Los médicos y enfermeras tenían prohibido tratar (o alimentar) a los hambrientos que llegaban a los hospitales. La policía de la ciudad retiraba de las calles a los famélicos niños vagabundos para ocultarlos de la vista. En las ciudades de la Ucrania soviética, la policía capturaba varios cientos de niños al día; un día de principios de 1933 la policía de Járkov tuvo que llenar un cupo de dos mil. En todo momento, unos veinte mil niños esperaban la muerte en los cuarteles de Járkov. Los niños rogaban a la policía que al menos les permitieran morir al aire libre: “Dejadme morir en paz, no quiero morir en los barracones de la muerte”. La estación del ferrocarril en Dnepropetróvsk estaba desbordada de campesinos hambrientos, demasiado débiles incluso para mendigar.Las muertes de campesinos en las vías del ferrocarril ofrecían un testimonio espantoso de los nuevos contrastes. Por toda la Ucrania soviética, los pasajeros de los trenes se convirtieron en testigos involuntarios de horribles accidentes. Los campesinos hambrientos caminaban hacia las ciudades siguiendo las vías y se desmayaban de debilidad sobre los raíles. En Khartsyszk, los campesinos expulsados de la estación se colgaban de los árboles cercanos. Los habitantes de las ciudades estaban acostumbrados a ver a los campesinos en la plaza del mercado, extendiendo los frutos de la tierra y vendiendo sus productos. En 1933, los campesinos acudían a los familiares mercados de las ciudades, pero esta vez para mendigar y no para vender. Las plazas, ahora vacías de productos y de consumidores, sólo contenían las discordancias de la muerte. A primera hora, el único sonido era la débil respiración de los agonizantes, acurrucados debajo de harapos que en otro tiempo habían sido ropas.Las matanzas masivas por hambre de 1933 fueron el resultado del primer Plan Quinquenal de Stalin, implementado entre 1928 y 1932.”
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