Para el analista político Roberto Blanco, los territorios con lengua propia lugares donde habitan ciudadanos con, cuando menos, dos lenguas, tan propia la una (para unos) como la otra (para otros), cuando no una y otra para muchos. Pues, al fin y al cabo, quienes tienen lengua, o lenguas, son los ciudadanos, todos y cada uno de los mismos, y no sus respectivos territorios, que son siempre, por definición, tan plurilingües como lo son sus habitantes.
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