Xi Jinping |
En apenas siete años, Xi Jinping ha consolidado un liderazgo férreo en China, alentado en parte por su respuesta a conflictos como el de Hong Kong, el de Taiwán, o el de los abusos sobre la población uigur en la región de Xinjiang. Según Massimo Introvigne, analista y editor de Bitter Winter, el concepto de democracia de Xi Jinping incluye cinco elementos que se caracterizan por un “autodenominado constitucionalismo”, una oposición a celebrar elecciones con diferentes partidos, el rechazo de “la división de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial”, la falta de un sistema bicameral y la “resistencia a la independencia judicial”. El sexto aspecto, advierte Introvigne, “no carece de importancia”. “El aparato de propaganda del PCCh está llamado a contar buenas historias internacionalmente y a vender el sistema chino como democracia”, subraya. China se ha erguido ya no solo como potencia regional en Asia, sino que ha ampliado su influencia especialmente en Africa y también con algunas fuerzas de conflictos históricos, como es el reciente caso del acuerdo con los talibanes.
En paralelo al proyecto de la Nueva ruta de la seda, las incógnitas se centran alrededor de cómo China observa los derechos humanos, especialmente a la vista de su actitud con los casos de Hong Kong, Taiwán y los uigures. Uno de los derechos humanos fundamentales más castigados en la China del PCCh es el de la libertad religiosa y de conciencia.
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