Charles Dickens, en su novela histórica Barnaby Rudge escribe: “confiesa ese crimen abominable, implora el perdón del cielo y de los que has ofendido en la tierra, ahuyenta esos vanos pensamientos que te asedian y que no se realizarán jamás para no contar más que con tu arrepentimiento y tu sinceridad, y te prometo, en nombre supremo del Creador cuya imagen has destruido, que te dará amparo y consuelo”.
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